Papá cumple cien años

Dr cabieses con camara

Te me has aparecido en sueños en estas últimas semanas, silencioso, sonriendo y mirando a tu alrededor; tu guayabera blanca, tu pantalón gris y tus eternas medias negras ─jamás hubo medias blancas en tu cajón─, el aroma a Eau de Savage, tu fidelísma cámara de fotos, tu pelo rapado, tus ojos celestes.

Fuiste un padre amoroso y complejo a la vez; cercano y lejanísimo; dominante y liberal; travieso y rígido en algunas ocasiones. Me acuerdo cuando no quisiste que me dejara el pelo muy largo porque parecía una “revejida” y a la vez, te robabas las uvas de los adornos de las mesas elegantes mientras me guiñabas un ojo. Por momentos un niño grande y travieso, y por otros, la sapiencia andante.

Quiero recordar muchos detalles de ti, en esos dieciséis años en los que viví a tu lado antes de que otros nombres y otros brazos te cobijaran. Me apena que ya algunos instante de mi memoria se los haya llevado el tiempo.

Quiero recordar hoy, a tus cien años, cómo tuviste paciencia para enseñarme a leer y a escribir mi nombre, cuando yo te terqueaba dibujando una E porque era la letra que más me gustaba. Cuando yo decía que me llamaba Capla Escabeche y tú muerto de risa me corregías una y otra vez.

Quiero recordar hoy, a tus cien años, todas esas horas que pasamos frente a un tablero de ajedrez; las noches que me subía por el lado de tu cama y me mostrabas los libros que reproducían las grandes partidas de Capablanca, Fisher, Spassky con esas fichas que tenían imanes y se adherían a un tablero de plástico. Quiero recordar que muchos años después, muchísimos, te sentaste con la misma dedicación a enseñarle a Alejandro el movimiento de cada pieza y te dejaste ganar de vez en cuando, como lo hacías conmigo.

Quiero recordar, todos esos maravillosos viajes que hicimos por el Perú. A pesar de que el último, los dos solos, fuera difícil, semanas antes de tu partida. El silencio que nos envolvió y todas las palabras que dejamos decir me dejan un sabor a melancolía.

Quiero recordar el verte concentrado en alguna lectura y que, cuando levantabas la vista y me ampayabas espiándote, me llamabas con la mano. Quiero recordar entrar sin zapatos a tu territorio, tu escritorio, la alfombra guinda, la estufa naranja, el olor a libros, tu cajón lleno de plumones y lapiceros.

Quiero recordar el día que te presenté a Juan Carlos, cuando lo agarraste del cuello y le dijiste: ¿tú sabes que yo corto cabezas, no? Pero no quiero que me asalte el recuerdo de cómo años después, mi matrimonio te fue incómodo porque te encontrarías con mi madre.

Quiero recordar cuando le explicabas a Micaela  por qué había que cuidar a los animales y más de una vez le dijiste que no dejara de hacer preguntas: es una de las herramientas más valiosas que tenemos los seres humanos, le decías. Tenlo por seguro, no te ha fallado.

Hoy, que cumples cien años,  quiero recordar tu devoción por cuidar y curar y, sobre todo, tu curiosidad y tu rigor académico, que creo fue el mejor legado que me dejaste.

Porque es día de recordar y celebrar y alejar las brumas del dolor, de los años de ausencia y despreocupación, las verdades a medias, de los desplantes, de las desilusiones: tu humanidad.

Quiero recordarte como estás en la foto, ofreciéndome tu mano; pensando que, en estas semanas que nos rodea el miedo y la incertidumbre, te me apareces en sueños para celebrar  cien años de tu nacimiento y,  ver el futuro con ilusión y optimismo.

2 comentarios en “Papá cumple cien años

  1. Carmen Inés

    Me encanto el recordatorio de tu padre. Debiste dedicarte a escribir, eres una trome, eso ya lo sabia pero me da gusto decírtelo una vez más.

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