Como creo que comenté, sería maravilloso que, en este periodo de cuarentena forzada, todos pusiéramos nuestro mejor esfuerzo para sacar lo bueno que tenemos dentro (una gotita másquesea).
No obstante, hay un límite. No podemos ser ciegos ni voltear la cabeza: esto va traer cola y larga. Dos semanas más de confinamiento ya está mostrando su peor cara: la gente se ha ido de paseo, han inundado de nuevo los mercados y así podría citar más ejemplos: ¡qué estrechez de corazón!
Todos tenemos nuestros propios espíritus oscuros que a veces nos poseen, y se da paso la impaciencia, la ansiedad, la pérdida de tolerancia o simplemente, porque nos cansamos de este peso que estamos cargando y necesitamos un “tiempo fuera”.
Es imposible no estar hiper informado, seguramente muchos de nosotros recibimos noticias por todas las redes sociales, o las buscamos, o queremos saberlo todo, sentir seguridad o incluso, una ridícula percepción de superioridad al tener el “dato” que no tiene el resto.
¿Qué pasa en este escenario con los mensajes de whatsapp?
Sé que toco terreno minado, pero creo que es un tema que está palpitando en el ambiente.
Aquí estamos involucrados en dos áreas: las individuales y las grupales. De hecho, en ninguna de las dos, falta alguien que reenvíe a rabiar información “relevante” y te atore de mensajes todo el santo día: memes -algunos muy divertidos- , videos o noticias falsas (fake news)
En los grupales predominan los colectivos de la familia, los amigos del colegio, los colegas, chamba, los edificios, los amigos de la universidad, y así seguramente -amadísimos lectores- ustedes deben tener muchos otros más. Hago una pausa para mencionar que sería hermoso revisar el nombre de sus grupos. Comparto algunos de los míos: Café terapéutico, Tiempo de calidad, La cofradía, Tertulia literaria, entre los más activos.
Pero como sería extraordinario tomar esta cuarentena como tiempo de aprendizaje la cosa se pone más seria.
Por ejemplo, alguien me sugirió formar un grupo de whatsapp para coordinar algunos temas comunes, decidí que no iba a hacer. En primer lugar, porque no haría un grupo si consultar antes a los que podrían integrarlo; en segundo lugar, por salvaguardar la sanidad mental de los integrantes y por último, considero que los grupos que tienen más de ocho miembros son una bomba de tiempo. Soy totalmente sincera, tengo conocidos con los que no quiero hacer grupo.
Son tiempos duros, no estamos para enviar toneladas de información sin evaluar su contenido. Me hace gratamente feliz compartir datos para ayudarnos los unos a los otros, agradezco infinitamente cuando alguien me piensa y me pasa la información; me hace enormemente desgraciada cuando recibo noticias que me llevan al borde de la angustia, cuando alteran mi tranquilidad interior, a pesar de saber que son más falsas que “moneda de cuero”.
Todos estamos nerviosos, todos tenemos derecho a estarlo. Por favor, que nadie se ofenda si le digo que por favor no me reenvíe mensajes que no me suman; por favor, que nadie se ofenda si no le comento lo que envió porque me ha puesto un poco mal. Que nadie se ofenda, si me salgo temporalmente de un grupo por ya están diciendo demasiadas huev….adas y, si alguien se quiere sentir ofendido, mejor que se concentre en aspectos que hoy por hoy son más importantes.