¿Hay alguien ahí?

 

Suspiro

Más de una vez ya pensaste o dijiste que nadie hubiese apostado que el mundo se iba a detener por una pandemia. De hecho, habías planeado para este año seguramente mejorar tu negocio, hacer una inversión, comprar tu primer departamento, tener un hijo, casarte, viajar, empezar un proyecto, incluso tenías unas ideas extraordinarias para tu nuevo trabajo que pintaba muy bien.

¿Estás ahí? Suspira.

Habías soñado escribir sobre la página en blanco del 2020 cuando todavía era 2019 y como bien decía la frase, el año que estaba por venir te ofrecía 366 posibilidades -por bisiesto-. Sin embargo, eres consciente de que al menos perderás unas 100 por la cuarentena y muchas otras.

Previste que mudarte con tus patas era bacán mientras compartían el depa pero que este 24/7 iba a matar por gotero la amistad. Calculaste por un segundo que tu matrimonio ya no daba para más con tantas jornadas bajo el mismo techo y, a la mitad de la cuarentena, ambos decidieron dar por terminado el vínculo que estiraban como chicle. O en tu caso,  la crisis entró por la puerta, y el amor se fue por la ventana.

Se te ocurrió que la  soledad se ha hecho tan llevadera que ya ni extrañas la calle, te molesta el ruido, vives feliz con todos tus deliveries, con tu buzo, tu Netflix, tu virtuales relaciones amicales y solo quieres que todo sea contigo, detigo, paratigo.

¿Estás ahí? Suspira.

Respiras el mismo aire que varios miembros de tu familia en un minúsculo espacio donde se estudia, se trabaja, se cocina y se suspira, te ahogas todo al mismo tiempos; a la vez, tienes que concentrarte en no perder la calma, en no mandar a todos a la mierda, en velar por tu psique y en rezar para que ellos hagan lo propio. Fe en la tolerancia, fe en la paciencia, fe en la fuerza de voluntad, fe en la mejor cara y sobre todo, fe en la fe.

Te pasas el día limpiando, lavando ropa, cocinando, ordenando, y encima de eso, trabajando virtualmente y esperas que alguien de vez en cuando te abrace, te agradezca espontáneamente, tenga un detalle contigo y sin embargo, te contentas con que nadie se queje y que la cosa marche en paz. Callas cuando alguien hace algún comentario con una crítica disimulada porque te duele, pero ya sabes, hay que mantener la armonía.

¿Estás ahí? Suspira.

Ahora tu vecina te saluda a través de su mascarilla y te regala un rico postre que ha empezado a hacer para recursearse porque quiere saber tu opinión (y nunca le has visto la cara completa); la señora con la que ni hablabas te ofrece hacer turnos para limpiar el área común; la palabra “comunidad” ha cobrado su real significado al buscar el bien común. Confirmaste que el miedo levanta muros, pero también los desarma.

Recibes mensajes de personas que hace años habían dejado de estar en tu vida y que quieren saber si todos están sanos por casa, encuentras solicitudes de FB de compañeros de colegio inusitados que seguramente desean recuperar viejos lazos.

¿Estás ahí? Suspira.

Te leíste todos los libros que tenías pendientes. Estás frustrado porque no puedes leer nada, no te concentras y encima, duermes mal: las mil y una pesadillas te acompañan porque una de ellas se hizo realidad: te quedaste con un libro listo a punto de entrar a imprenta.

Perdiste el trabajo, quebró tu negocio, te enfermaste,  no sabes cómo llegarás a este 30 de junio con lo poco que supiste ahorrar. Ya empezaste a ir a trabajar y te cagas de miedo cada vez que lo haces. Te repites constantemente:  sin lugar para los débiles. Perdiste un ser querido, han internado a un amigo y de la nada, presientes que ya no volverás a verlo.

¿Estás ahí? Suspira.

Estás triste, estás agobiada, estás harto, estás ansiosa, estás frustrado, estamos preocupados. Quizás estás entusiasmado con las oportunidades que pueden surgir de esta crisis, te has reinventado. Has podido ayudar a otros, cuidas de los demás y eso te hace sentir bien, humilde. Sientes culpa porque eres un privilegiado. Estás orgulloso de cómo vas sobreviviendo. Ya no das más. Tienes miedo.

Sabes que esto te ha hecho mirar todo con otro enfoque. Tuviste un baño de realidad. Criticas, pero no quisieras ni por un minuto estar en los zapatos de los que toman decisiones. Te jode mucho que tu jefe no respete para nada tu tiempo libre y crea que la virtualidad significa esclavitud.

Saliste (por fin) de la burbuja.

¿Estás ahí? Suspira.

Amas y te aman, todavía te aman: con tus kilos demás, con tus kilos de menos, con tu cara lavada y tu cabello que ha cambiado de color en estos meses. Amas y te aman, con tu mal humor, en la distancia, en la cercanía, con tus ansiedades, los nuevos tics, las obsesiones que han surgido por tener todo limpio. Amas y te aman, con las nuevas formas de amar, con esta nueva convivencia, con mascarilla, con la mano extendida para dar y recibir.

Compartes con el otro, conmigo, con tu verdadero yo interno la incertidumbre que nos envuelve como un manto, la interrogante sin respuesta de no saber, dentro de 365 días, dónde estaremos, qué haremos, cómo viviremos, con quién andaremos y si existiremos.

Estoy aquí, estoy ahí. Vuela un suspiro.

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